En los últimos años, la práctica de deportes extremos ha experimentado un crecimiento exponencial, superando con creces a los deportes tradicionales. Estos deportes, a menudo asociados con la locura, el riesgo y la adrenalina, han sido catalogados como exclusivos de «adictos a la adrenalina» o incluso como actividades aptas solo para «locos» o irresponsables. Sin embargo, un estudio reciente publicado en la revista «Psychology of Consciousness: Theory, Research and Practice» ha demostrado que esta percepción es totalmente errónea.
Los deportes extremos: un fenómeno mundial
El estudio, realizado por los profesores Eric Brymer y Robert Schweitzer de la Universidad Tecnológica de Queensland (QUT), revela que quienes practican deportes extremos son personas responsables, conscientes de su entorno, de sí mismos y del deporte que practican.
Los autores observaron una tendencia clara hacia los deportes extremos: «Se han convertido en un fenómeno mundial y estamos presenciando un interés sin precedentes». Mientras que la participación en deportes tradicionales como el golf o el baloncesto ha disminuido en la última década, la participación en deportes extremos ha aumentado considerablemente, convirtiéndose en una «industria multimillonaria».
¿Por qué crean adicción?
La sensación de peligro, la búsqueda constante del placer y la satisfacción, la liberación psíquica y física y el aumento de la autoestima son los factores que provocan en el deportista extremo esa «adicción», desencadenando la liberación de serotonina, adrenalina y dopamina.
El problema es que el cuerpo del deportista se acostumbra a estas sensaciones, por lo que necesita cada vez más y cambiar continuamente de actividad buscando nuevos retos.
Emociones fuertes y adrenalina
La adrenalina y la dopamina son las sustancias que segregan nuestro cuerpo, provocando bienestar, felicidad y, en el caso de la adrenalina, la preparación para evitar el peligro.
Quienes buscan emociones fuertes responden a una necesidad de elevar los niveles de adrenalina, que a su vez incide en la liberación de dopamina, una hormona relacionada con la sensación de placer. En todo deporte se experimentan momentos de crisis por el nivel de la práctica, pero al superar y finalizar la actividad, se percibe una sensación de satisfacción y bienestar con un gran deseo de volver a experimentar próximos desafíos.
Muchos deportistas extremos afirman que mientras liberan grandes dosis de adrenalina de forma prolongada, la sensación es comparable a un orgasmo de varios minutos.
Testimonios
El artículo presenta los testimonios de Hellen Keller y Darío Barrio, dos ejemplos de personas que han encontrado en los deportes extremos una forma de afrontar la vida con vitalidad y plenitud.
Keller, quien a pesar de ser sorda y ciega desde pequeña, se convirtió en una escritora, activista política y oradora famosa, resumía su filosofía de vida en una frase: «La vida es una aventura atrevida… o no es nada».
Barrio, por su parte, es un chef aventurero y corredor de maratón que actualmente se dedica al salto base, una modalidad de paracaidismo que consiste en saltar desde gran altura. Para él, el salto base no es un riesgo incontrolado, sino una actividad que le permite desconectar y mantener la cabeza centrada en el presente.
En definitiva, el artículo desmitifica la idea de que los deportes extremos son exclusivos de personas «locos» o irresponsables. Por el contrario, se trata de una actividad que puede ser disfrutada por personas responsables y conscientes que buscan nuevas emociones y desafíos en la vida.
Obtenido y traducido de: FORUM